Felicito públicamente a la Delegación de Educación por solventar los problemas que impedían que Alejandro Morales tuviera las mismas oportunidades que los demás
LO que somos hoy quizás sea fruto de lo que ayer quisimos ser, de las ganas que le pusimos para conseguir, con más o menos acierto, desarrollarnos como los animales en evolución constante que somos. Poseemos capacidad de aprendizaje, asimilamos conceptos, imitamos conductas, no siempre positivas por cierto, que en definitiva acaban formando caracteres, personalidades, actitudes y capacidades.
La mayor parte del desarrollo personal depende de nosotros mismos, haciendo caso con ello a las teorías de evolución genética, es decir, podremos justificar muchas de nuestras actuaciones por derivación directa de nuestros ascendentes. Pero se pueden producir variaciones de la conducta por el entorno cercano, imponiendo de este modo las teorías conductuales sobre afectaciones al individuo del ambiente social que le rodea. En definitiva, podríamos concluir la reflexión con aquello de que "somos lo que comemos".
Lo que comemos y bebemos, queremos y deseamos, pero sobre todo, somos, y seremos, aquello por lo que luchemos.
No me invade en estos momentos el eterno sueño americano, aquello de ser todo posible, sino que siento nostalgia de aquellos que no piensan de vez en cuando en él. Todos aprendimos que con tan sólo tres palabras, el mundo puede cambiar, y entonamos con cierto grado de comprensión, que ¿por qué no?
Mientras el Yes, we can daba la vuelta a la tierra, miles de publicistas componían frases con una fuerza parecida a ésta.
Y aparecerán, oíremos dentro de no mucho tiempo frases que intenten unir a cientos de personas. Para un campeonato deportivo, para unas elecciones o para cualquier otro evento que necesite movilizar a la sociedad.
Sin embargo, difícilmente encontrarán el mensaje que se oculta en estas tres palabras. Y no porque no sean capaces de ello, sino porque éste ha nacido sin buscarlo, sin que inicialmente nadie creyera en él. Ni quien lo ideó.
En estas semanas, he podido descubrir un mensaje parecido al americano. Claro que esta vez se ha producido al este del Guadalhorce, con mucha menos publicidad, pero con más necesidad de cambio que el "yanqui".
Ha sido el grito de desesperación de una madre coraje, implorando una necesidad de cambio, luchando por las oportunidades de evolución que la sociedad debe proporcionarnos para competir al menos con las mismas armas, en un combate sin duda hasta ahora injusto.
Y es que la capacidad de aprendizaje, de asimilar conceptos e incluso de imitar conductas, a veces necesita además de los entornos, ciertas ayudas de terceros. Por ello me alegro enormemente de que desde estos días un joven con discapacidad de nuestra ciudad cuente con los recursos académicos necesarios para seguir evolucionando.
El grito ha sido interpretado en lengua de signos para todos aquellos que tienen dificultad de comunicación, pero debemos oírlo todos, para no sólo aplicarlo cuando se grita, sino para intentar que nadie más tenga que hacerlo.
Así pues, felicito públicamente a la Delegación de Educación por las actuaciones llevadas a cabo para solventar esta incidencia, y me aplico el parche, para que entre todos entonemos en cualquier lengua oficial un Yes, we can.
Fuente: Málaga Hoy