Estas cosas suceden en las residencias a compañeros que en ocasiones incluso levantan pancartas fundiéndose con nuestras manos, pese a que ya poco que conquistar les queda.
La sencillez, la belleza, la emotividad y la crudeza de estos textos escrita por nuestros adredistas en el interior, ante la muerte "decidida" de un compañero, al que rinden homenaje, son motivos más que suficientes como para que todos nos detuvieramos a meditar un momento.
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