PEDRO S. M.. 22.03.2009
La Conferencia Episcopal ha cambiado los púlpitos por vallas publicitarias. Y, sin escatimar medios económicos -en tiempo de crisis-, ha puesto en marcha una campaña publicitaria en contra de la reforma de la ley del aborto.
La Conferencia Episcopal ha cambiado los púlpitos por vallas publicitarias. Y, sin escatimar medios económicos -en tiempo de crisis-, ha puesto en marcha una campaña publicitaria en contra de la reforma de la ley del aborto.
Ahora bien, ¿a quién va dirigida esta ofensiva publicitaria? ¿A su grey? Ni mucho menos. Aunque eso sería lo lógico. Los jerarcas eclesiásticos se dirigen al resto de la sociedad para darnos consejos, sin que se lo hayamos demandado. Y lo hacen erigiéndose en jueces y guardianes de nuestros cuerpos y almas; lo hacen pretendiendo que nos sometamos a sus particulares leyes divinas; lo hacen sin terminar de comprender que aquí en la tierra, es decir, en España, nos regimos por normas y leyes democráticas.
De modo que, muchas gracias, Eminencias, pero no es necesario que se preocupen tanto por quienes no compartimos sus puntos de vista sobre la vida, la muerte y el más allá. Nosotros ya somos mayorcitos, sabemos conducirnos sin su ayuda, pensamos por nosotros mismos, tenemos criterio, uso de razón y capacidad e inteligencia para organizarnos socialmente. Y, además, también tenemos sentimientos, principios, conciencia, ética y moral. Bueno, moral ustedes tienen doble.
De modo que, muchas gracias, Eminencias, pero no es necesario que se preocupen tanto por quienes no compartimos sus puntos de vista sobre la vida, la muerte y el más allá. Nosotros ya somos mayorcitos, sabemos conducirnos sin su ayuda, pensamos por nosotros mismos, tenemos criterio, uso de razón y capacidad e inteligencia para organizarnos socialmente. Y, además, también tenemos sentimientos, principios, conciencia, ética y moral. Bueno, moral ustedes tienen doble.