miércoles, 19 de agosto de 2009
Una aerolínea obliga a una mujer en silla de ruedas a comprar dos billetes
Marta Arroyo R. Bécares Madrid
A pesar de que María Paz Montserrat Blasco ha viajado a varios destinos y en diferentes aerolíneas tanto por placer como para representar a España en numerosos campeonatos de natación adaptada -es medallista paralímpica-, nunca se había topado con una situación similar.
Con 52 años, esta campeona de natación sufre de movilidad reducida -no puede doblar las rodillas- y, tras una operación, se desplaza con ayuda de una silla de ruedas. Lo que comenzó el pasado 11 de junio como un viaje de placer de ida y vuelta desde Madrid a Gran Canaria ha resultado ser una carrera de obstáculos y denuncias.
María Paz adquirió un billete en clase turista para viajar desde Madrid a las Islas el pasado día 11. Como de costumbre, el personal de Aena la atendió a su llegada al aeropuerto de Madrid Barajas y no tuvo ninguna dificultad para facturar, hasta que llegó a la puerta de embarque del vuelo de Spanair.
Allí fue la última persona en entrar al aparato. Una vez dentro, el personal de a bordo no fue capaz en un primer momento de ubicar a María Paz en su asiento. La pasajera sufrió una crisis de ansiedad después de que el personal de la aerolínea le dijera incluso que no iba a poder viajar. Finalmente, se vio obligada a viajar en el asiento de una azafata.
"En el billete ponía que llevaba silla de ruedas y que tenía movilidad reducida", afirma María Paz indignada. "He viajado con Air France, Iberia, Vueling y otras y nunca me había ocurrido esto", asegura.
Desde la aerolínea le informaron al llegar a Canarias que, al no poder doblar las piernas, tenía que comprar dos billetes -el suyo y otro que quedaría bloqueado para poder apoyar las piernas- o ir en primera clase para poder viajar de vuelta a Madrid, cuando siempre había podido viajar en clase turista con un billete normal.
Una empleada de Spanair en Canarias exigió a esta mujer el pago de 587 euros para asegurarle un lugar en el vuelo de regreso, según denuncia María Paz.
La mujer denunció su caso en la ventanilla de Spanair en Gran Canaria, a la Policía local de la isla, al abogado del consumidor, a Aviación Civil y a la propia oficina central de Spanair. A fecha de hoy todavía no ha recibido una respuesta por parte de la aerolínea.
"Lo que más nos molesta es nuestra incapacidad ante esta situación, siempre es el débil el que pierde", declara María Paz.
Javier Font, presidente de FAMMA (Federación de personas con discapacidad física y orgánica de la Comunidad de Madrid), afirma que es un claro caso de discriminación. "Si ella había advertido que tenía movilidad reducida y precisaba silla de ruedas tiene que viajar en el sitio del avión que mejor se adapte a sus circunstancias. En caso de que no hubiese en clase turista debería ser en primera clase pero sin tener que pagar más", explica Font.
"No tiene que ser discriminada ni obligada a pagar un extra. No es la primera vez que recibimos quejas por el trato a los discapacitados por parte de las aerolíneas", añade.
Desde Spanair aseguran que "todas las personas que tienen un requerimiento físico, como obesidad excesiva o alguna discapacidad, deben abonar el espacio que requieran para poder viajar", aunque matizan que si hay sitio libre en el aparato pueden ocupar dos plazas.
"Eso pasa en ésta y en las otras compañías", incide un portavoz de Spanair, que añade que cuando alguien tiene un problema físico se le sitúa en el "mejor lugar posible" siempre garantizando que las salidas de emergencia pueden ser usadas correctamente.