lunes, 21 de septiembre de 2009
España es una gran putada, dejen a las putas trabajar en paz
Manuela Trasobares Para Kaos en la red
Durante mi juventud en la Ciudad Condal, por las noches actuaba de vedette en lujosos cabarets cuando tenía ocasión, cuando no, ejercía el oficio más antiguo del mundo en el Camp Nou. Durante el día estudiaba canto clásico y Bellas Artes, tratando de iniciar una carrera lírica. Fue entonces cuando tuve ocasión de conocer a D. Félix Millet, presidente del Palau de la Música Catalana destituido recientemente y acusado de apropiarse de 10, 6 millones de euros de esta institución. Siempre supe que era un hijo de puta.
Este personaje, considerado pro-hombre de la sociedad catalana, ha sido también hasta ahora vicepresidente de la Fundació Barça y presidente de la Agrupació Mútua del Comerç i la Indústria. A raíz del escándalo del Palau de la Música ha dimitido de todos estos cargos y se ha mostrado arrepentido con el fin de conseguir una rebaja en la pena que merece. Lo verdaderamente grave es como este tipo de delincuentes de guante blanco se sitúa a la cabeza de las instituciones más prestigiosas y se erigen a sí mismos como ejemplo de conducta social, marcando las directrices que se han de seguir en el campo de la cultura, del deporte y de la economía. Pertenece a la burguesía catalana de más rancio abolengo, la que se alió con el franquismo y ocupó las instituciones catalanas. El Liceu de Barcelona, cuyo gerente era el falangista Pamies, les servía de centro neurálgico. Son una casta de caciques que con su poder económico y su supina ignorancia cultural marcan el criterio por el que se han de regir los artistas que quieren triunfar. Lógicamente, promocionan a aquellos que hacen un arte sin atisbo de crítica al sistema, sin alma y sin acercamiento a los problemas del pueblo. Estos señores corruptos pervierten la cultura, la manipulan y la transforman según sus intereses. Se cagan en la cultura; pero ahí les tenemos, dirigiéndola. Por todo ello cuando alguno de estos mafiosos, sus estrellas o sus satélites, me dice que mi estilo de canto es incorrecto me da una gran alegría y me confirma que mi criterio lírico y cultural es acertado, aunque la mayoría de los entendidos-corruptos lo rechace. Los grandes compositores de ópera, especialmente Verdi, escenificaron precisamente la bajeza moral de las clases sociales dominantes y dieron protagonismo a los personajes del pueblo que se habían hecho a sí mismos. La ópera Rigoletto es un claro ejemplo de este planteamiento. Curiosamente muchos papeles femeninos principales de las grandes óperas son meretrices. Pero para los espectadores que se sientan en los palcos del Liceu no es agradable que esto se haga patente en las representaciones, hay tergiversar y dulcificar la obra para que no se les atragante. Para relacionarse con las putas prefieren otro escenario más discreto, aunque aboguen por su prohibición de cara a la galería.
Lamentablemente, los políticos llamados progresistas, recogen las directrices que se emiten desde esa podrida clase alta y pretenden darles forma de leyes. Precisamente las voces para prohibir la prostitución nacen entre sus más asiduos clientes y encuentran eco en unos social-fascistas que, incapaces de hacer nada por la clase obrera, intentan ahora joder a sus mujeres más desfavorecidas, las prostitutas, bajo el pretexto de la degradación que supone esta actividad; pero sin plantear una dedicación alternativa y sin atender sus necesidades básicas. Tenemos un gobierno que no se dedica en absoluto a solucionar los problemas del ciudadano, sinó a hacerse propaganda en los periódicos. Pondré un ejemplo bien concreto que viene a colación con el tema de la prostitución. En la anterior legislatura se cambió la ley registral para que las personas transexuales que no se habían sometido a una operación de cambio de sexo pudieran cambiar su nombre en el carnet de identidad. Esta simple modificación de la ley se vendió como un maravilloso avance a pesar de no ir acompañada de ningún programa social y de que no supuso ninguna inversión para el Estado. El resultado es que estas personas se han cambiado el nombre, pero tienen que seguir en su mayoría ejerciendo la prostitución por que el Estado no les ha planteado ninguna alternativa. Es evidente que se encuentran discriminadas y que parten de una situación social de inferioridad que las instituciones han de paliar a través de acciones formativas y de inserción laboral en las que prime la discriminación positiva. En vez de esto quieren quitarles el único medio de subsistencia que les deja esta sociedad. O sea que les han permitido ponerse su nombre en el dni para luego matarlas de hambre.
Es imposible del todo prohibir la prostitución y lo que trata de hacer el gobierno es esconder su lamentable avance debido a la crisis económica. Además, los principales interesados en que se prohíba la prostitución en las calles y los anuncios en los periódicos son precisamente los proxenetas que tienen a decenas de mujeres encerradas en moteles trabajando para ellos. Es una muestra más de cómo bajo una apariencia de progresismo se trata de favorecer a los corruptos y a los chulos para sacar tajada.
Es inconcebible que ante las múltiples muestras de connivencia entre el poder político y el económico, Izquierda Unida no denuncie claramente la corrupción en que se ha instalado el bipartidismo y pida una regeneración democrática en la forma de una República de izquierdas. Estos días solamente hemos oído a un líder socialista hablar solemnemente de la República de España, ha sido Evo Morales, a quien los medios oficiales tachan de ignorante, pero que ha demostrado una valentía digna de elogio, pues ante un auditorio institucional ha dado por supuesto que España es una República. Para no admitir la afrenta que suponían sus palabras, los periódicos lo han tratado como un lapsus; pero con ellas Evo Morales ha renegado de la monarquía española y de sus antepasados, que se atrevieron a perpetrar un genocidio sin precedentes en sudamérica bajo el pretexto de la evangalización, sin atender a que los pueblos que masacraban tenían una cultura humanamente más avanzada que la suya. La conquista de América debería tratarse en la historia como una vergüenza nacional similar al genocidio nazi en Alemania. Y aún siguen haciéndonos creer que se trata de naciones incivilizadas que por ello escogen a indios como presidentes. La verdad es que en los ámbitos cultural, científico y artístico el nivel de los países sudamericanos es en muchos casos envidiable. Pero como no existen argumentos de peso para desprestigiarles se apela al racismo y a los orígenes humildes.
En España casi nadie entiende que alguien surgido del pueblo pueda dirigir una nación. Se han encargado de inculcar al pueblo que el gobierno y las instituciones se deben dejar en manos de una determinada clase de hombres ejemplares. Y este lavado de cerebro ha sido tan eficaz que ahora estas ratas pueden dedicarse a saquear las arcas del Estado, de las instituciones culturales y deportivas, de las entidades locales, de las fundaciones, etc. y gastárselo todo en ir de putas, mientras tratan de prohibirlas para esconder la podredumbre que arraiga en sus entrañas.
España es una gran putada, dejen a las putas trabajar en paz mientras no tengan un país y una vida mejor que ofrecerles.