“Este es José. Soy su padre. Cuando Santander caiga, yo seré fusilado. Al que encuentre a mi hijo, le ruego que cuidé de él”. Es lo que rezaba el cartel que llevaba José, un niño de seis años en las colinas de Santander en el verano de 1937
"Es incomprensible que todavía el Estado democrático no se haya responsabilizado de reparar los terribles daños que generó la dictadura y no haya garantizado los derechos a quienes los han padecido"