Queridos banqueros: La maquina de nuestro capitalismo hace ruidos feos: chic, chic, chic. Parece que le falta aceite, y con esto de las hipotecas, algunos hablan de crisis. Perdón por el sudor. Ustedes, que no dejan de ganar ni cuando todo el mundo pierde, no nos dejen tirados ahora. Denme crédito. Denme esperanza para seguir malgastando.