jueves, 6 de agosto de 2009
sueña ser feliz
« El modelo de consumo en el que estamos instalados, homo-geneizador, despilfarrador, cínico e individualista, contribuye, de forma decisiva, al mantenimiento de una situación social y ambiental poco o nada sostenible. En este modelo los medios de comunicación de masas representan un papel fundamen-tal, pues actúan como cajas de resonancia de la publicidad. La situación resulta especialmente dramática en la TV cuya de-pendencia de los anunciantes es prácticamente completa. Ya sea en forma de spot publicitario, ya sea dentro de los componentes de su programación, la televisión nos vende continuamente la idea de que la felicidad se logra en un mun-do virtual al que acceder a través de nuestra tarjeta de crédito.
El espacio urbano también se encuentra impregnado por la sociedad consumista. Las calles de nuestras ciudades se transforman en escaparates de franquicias y transnacionales: podemos comprar el mismo donut o la misma camiseta en Madrid, en Roma, en Nueva York o hasta en Pekín. El ocio y las comunicaciones tampoco están exentos de los patrones dominantes en nuestra sociedad. Vemos las películas que las grandes productoras y distribuidoras de Hollywood quieren que veamos, compramos teléfonos móviles para ser libres y porque lo importante es hablar, aunque no tengamos nada que decir, y cada vez nos resulta más difícil divertirnos o pasar nuestro tiempo sin consumir, sin comprar.
Nos resulta complicado descubrir el origen de nuestros alimentos, de nuestros vestidos, de decenas de objetos cotidianos, y cuando alguien nos los muestra muchas veces preferiríamos seguir en la ignorancia. Aunque las altas instancias se empeñan en hablar de desarrollo sostenible, de ayuda humanitaria y de solidaridad, lo cierto es que el sistema imperante no hace otra cosa que ahondar en las diferencias entre ricos y pobres devastando por el camino a la naturaleza y al ser humano. Resulta difícil digerir que, por ejemplo, para que la economía estadounidense vaya bien, para que Wall Street obtenga beneficios, sea necesario que aumente el número de parados. No es fácil admitir que grandes empresas se expandan a costa de la ruina del comercio tradicional, que se apropien del espacio urbano, y que impongan costumbres y actitudes. »
Carlos Martín. ConsumeHastaMorir