Es la esperanza para miles de personas que sueñan con mejorar su calidad de vida. Ha alcanzado fama internacional con sus numerosos trasplantes de extremidades, como el doble de manos o el de cara, realizado en 2009 por primera vez en España. Radiografiamos al cirujano Pedro Cavadas, el 'Doctor Milagro' que ha conseguido con su empeño y su atrevimiento superar los límites de la medicina.
Entrar y salir de quirófano forma parte de su vida diaria. En su Clínica de Valencia, Pedro Cavadas interviene a más cien pacientes al mes. Las solicitudes que recibe al día son innumerables.
'Siempre me ha gustado la medicina, y conforme me he ido dedicando a ello me ha ido gustando más. Pero no tengo vocación. Vocación sólo sienten los curas y eso a mí me produce alergia', confiesa Cavadas, que su reconocida labor le ha valido a sus 44 años un hueco dentro del olimpo de los dioses de la medicina gracias a sus trasplantes de extremidades.
Entre los próximos, destaca una intervención inédita en el mundo: el trasplante doble de piernas: 'Se trata de un paciente con un problema muy serio para intentar mejorarle la calidad de vida. Es medicina pura. Este procedimiento no se ha hecho previamente y precisamente por eso hay mucha menos información disponible. Tenemos que extrapolar situaciones similares', añade Cavadas, que considera imposible predecir cuando se producirá la operación. 'Puedes empezar a buscar donante pero luego, cuándo aparece no es predecible. Lógicamente cuando una persona muere no se puede saber'.
De entre los numerosos éxitos profesionales de Cavadas se encuentra el trasplante de dos manos y antebrazos a Alba Lucía en 2006 -una joven colombiana que había perdido sus manos tras una explosión durante una clase de química-. Dos años después, reimplanta una pierna a uno de sus pacientes tras haberla implantado previamente en la ingle y en la otra pierna, y en 2009 su labor quirúrgica convierte en una realidad el primer trasplante de cara en España, con lengua y mandíbula incluidas.
El Doctor Cavadas se dedica a la reconstrucción microquirúrgica desde 1994 y realiza con su equipo -formado por tres cirujanos plásticos- alrededor de 1.800 cirugías anuales. Entre sus pacientes predominan aquellos considerados como inoperables o con secuelas difícilmente reparables. 'Según el trasplante existen unos requisitos u otros. Por ejemplo, en el caso de cara se requiere un paciente que tenga una deformidad que no sea solucionable con otras técnicas y por supuesto que el paciente entienda en lo que se está metiendo'.
Sin embargo, a pesar de haberse ganado fama mundial gracias a sus exitosos trasplantes, la mayoría de sus intervenciones quirúrgicas abarcan otras operaciones dentro de la cirugía reconstructiva: 'El campo al que yo me dedico es amplísimo. De hecho, el 99% de lo que hacemos no son trasplantes. La cirugía reconstructiva son otras muchas cosas y en realidad son muy pocos los pacientes que al final se trasplantan'.
África: una misión humanitaria para 'los que no pueden elegir'
Valencia no es el único escenario donde este cirujano ejerce su labor quirúrgica. En 2003 nace la 'Fundación Cavadas', una forma de proporcionar cirugía reconstructiva a los pacientes más desfavorecidos de África, concretamente aquellos de la región occidental de Kenia.
'El sentimiento de justicia es lo que me anima a crear esta fundación. Si tienes medios económicos creo que es justo dedicar una parte de ellos a ayudarles. Alguien que tenga un problema tiene que poder acceder a una solución digna aunque no viva en Occidente', manifiesta Cavadas.
La limitación de medios y recursos en el continente africano es tal que complican al máximo las intervenciones 'in situ'. Cavadas opera en 'un barracón en mitad del desierto' acompañado por una enfermera y un anestesista. Esos son sus únicos medios. Disponer de un quirófano es una utopía y únicamente cuenta con la escasa tecnología que se lleva desde Valencia. 'A nivel profesional hacer esto no me aporta nada. Se trata de operar en condiciones muy malas y la cirugía que hacemos es muy limitada. Pero si me preguntas qué me aporta a nivel humano, absolutamente todo'.
Sus pacientes en África son, como él mismo explica, 'de todo tipo, todos aquellos que pasan por la puerta. Al fin y al cabo voy a ser el único médico que van a ver en toda su vida'. Muchos de los enfermos que pasan por sus manos son mutilados, otros tienen secuelas de violencia y los hay quemados, con traumatismos y malformaciones. 'Es lógico cuando uno vive en la parte cómoda del mundo, cuando sobre todo no has hecho ningún mérito para ello, echarle una mano a quien no tiene la suerte de tener esa vida'.
Parece fácil suponer que son pocas las cosas que, al menos profesionalmente, se le resisten a este médico valenciano. Sin embargo, hay una pieza que no logra hacer encajar en su rompecabezas de ritmo frenético y carácter emprendedor: su vida personal. 'Compatibilizar mi vida profesional con la personal es algo que llevo muy malamente. Cuando consiga averiguar cómo hacerlo la llamaré y volveremos a hablar'.
Entrar y salir de quirófano forma parte de su vida diaria. En su Clínica de Valencia, Pedro Cavadas interviene a más cien pacientes al mes. Las solicitudes que recibe al día son innumerables.
'Siempre me ha gustado la medicina, y conforme me he ido dedicando a ello me ha ido gustando más. Pero no tengo vocación. Vocación sólo sienten los curas y eso a mí me produce alergia', confiesa Cavadas, que su reconocida labor le ha valido a sus 44 años un hueco dentro del olimpo de los dioses de la medicina gracias a sus trasplantes de extremidades.
Entre los próximos, destaca una intervención inédita en el mundo: el trasplante doble de piernas: 'Se trata de un paciente con un problema muy serio para intentar mejorarle la calidad de vida. Es medicina pura. Este procedimiento no se ha hecho previamente y precisamente por eso hay mucha menos información disponible. Tenemos que extrapolar situaciones similares', añade Cavadas, que considera imposible predecir cuando se producirá la operación. 'Puedes empezar a buscar donante pero luego, cuándo aparece no es predecible. Lógicamente cuando una persona muere no se puede saber'.
De entre los numerosos éxitos profesionales de Cavadas se encuentra el trasplante de dos manos y antebrazos a Alba Lucía en 2006 -una joven colombiana que había perdido sus manos tras una explosión durante una clase de química-. Dos años después, reimplanta una pierna a uno de sus pacientes tras haberla implantado previamente en la ingle y en la otra pierna, y en 2009 su labor quirúrgica convierte en una realidad el primer trasplante de cara en España, con lengua y mandíbula incluidas.
El Doctor Cavadas se dedica a la reconstrucción microquirúrgica desde 1994 y realiza con su equipo -formado por tres cirujanos plásticos- alrededor de 1.800 cirugías anuales. Entre sus pacientes predominan aquellos considerados como inoperables o con secuelas difícilmente reparables. 'Según el trasplante existen unos requisitos u otros. Por ejemplo, en el caso de cara se requiere un paciente que tenga una deformidad que no sea solucionable con otras técnicas y por supuesto que el paciente entienda en lo que se está metiendo'.
Sin embargo, a pesar de haberse ganado fama mundial gracias a sus exitosos trasplantes, la mayoría de sus intervenciones quirúrgicas abarcan otras operaciones dentro de la cirugía reconstructiva: 'El campo al que yo me dedico es amplísimo. De hecho, el 99% de lo que hacemos no son trasplantes. La cirugía reconstructiva son otras muchas cosas y en realidad son muy pocos los pacientes que al final se trasplantan'.
África: una misión humanitaria para 'los que no pueden elegir'
Valencia no es el único escenario donde este cirujano ejerce su labor quirúrgica. En 2003 nace la 'Fundación Cavadas', una forma de proporcionar cirugía reconstructiva a los pacientes más desfavorecidos de África, concretamente aquellos de la región occidental de Kenia.
'El sentimiento de justicia es lo que me anima a crear esta fundación. Si tienes medios económicos creo que es justo dedicar una parte de ellos a ayudarles. Alguien que tenga un problema tiene que poder acceder a una solución digna aunque no viva en Occidente', manifiesta Cavadas.
La limitación de medios y recursos en el continente africano es tal que complican al máximo las intervenciones 'in situ'. Cavadas opera en 'un barracón en mitad del desierto' acompañado por una enfermera y un anestesista. Esos son sus únicos medios. Disponer de un quirófano es una utopía y únicamente cuenta con la escasa tecnología que se lleva desde Valencia. 'A nivel profesional hacer esto no me aporta nada. Se trata de operar en condiciones muy malas y la cirugía que hacemos es muy limitada. Pero si me preguntas qué me aporta a nivel humano, absolutamente todo'.
Sus pacientes en África son, como él mismo explica, 'de todo tipo, todos aquellos que pasan por la puerta. Al fin y al cabo voy a ser el único médico que van a ver en toda su vida'. Muchos de los enfermos que pasan por sus manos son mutilados, otros tienen secuelas de violencia y los hay quemados, con traumatismos y malformaciones. 'Es lógico cuando uno vive en la parte cómoda del mundo, cuando sobre todo no has hecho ningún mérito para ello, echarle una mano a quien no tiene la suerte de tener esa vida'.
Parece fácil suponer que son pocas las cosas que, al menos profesionalmente, se le resisten a este médico valenciano. Sin embargo, hay una pieza que no logra hacer encajar en su rompecabezas de ritmo frenético y carácter emprendedor: su vida personal. 'Compatibilizar mi vida profesional con la personal es algo que llevo muy malamente. Cuando consiga averiguar cómo hacerlo la llamaré y volveremos a hablar'.