domingo, 30 de agosto de 2009
Así torturaba la CIA
DAVID ALANDETE
El preso está desnudo. Sólo lleva una capucha. Se le retiene sentado, esposado de manos y pies. Lleva horas en la celda. Sin ver. Sin saber lo que pasa a su alrededor. El interrogador de la CIA entra, sigiloso, con una pistola. Abre el tambor y lo gira varias veces junto al oído del detenido, para que sepa que hay un arma de por medio. Le pide información. El preso sigue callado. El agente sale, y entra con un taladro eléctrico. Otros interrogadores han puesto al preso de pie, esta vez en medio de la celda. El interrogador enchufa el taladro y juega con él, acercándoselo al preso oído, advirtiéndole de que le puede taladrar una pierna. De lo mucho que duele.
La desorientación es total. Las celdas están iluminadas las 24 horas del día. La temperatura ambiente, manipulada, para hacer que los presos pasen calor o frío. Se les desnuda. Se les encapucha. Se les ducha con agua fría. En las duchas, entran agentes que les friegan el cuerpo con los mismos cepillos que se usan para limpiar suelos. Se les obliga a arrodillarse y, una vez están de rodillas en el suelo, se les empuja para que caigan con todo su peso sobre su espalda. Se les enfunda en pañales. Se les ridiculiza y desorienta. Se les restriega por los suelos. Se les humilla. No son nadie. No tienen derechos. Nadie sabe que están allí, en un lugar secreto, por razones que no se les revelan. Y lo peor, el dolor físico, está por llegar.
Es sólo una pequeña muestra de cómo torturó la CIA. Lo ha revelado esta semana un informe elaborado por el Inspector General de la agencia en 2004, en el que se da detallada cuenta de una serie de métodos inhumanos para sacar información, desclasificado por un juzgado federal de Nueva York gracias a una demanda de la Asociación de Libertades Civiles de América y Amnistía Internacional.
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